miércoles, 28 de diciembre de 2011

Encuentro con Víctor Rocher

Posterior a nuestra reunión anual de los seminaristas en La Serena me quedé pensando la falta que me hacía de tener algún compañero seminarista de mi generación para conversar y recordar experiencias vividas durante los años que pasamos en el Seminario. Así que de regreso en Santiago me dispuse entregarle a internet la responsabilidad de ayudarme a ubicar a mi amigo y ex compañero Víctor Rocher Ferrada, con tanta suerte que rápidamente hicimos contacto a través de email y de ahí a ponernos de acuerdo para encontrarnos no pasó mucho tiempo ya que él está viviendo en los alrededores de Santiago.
Debo contarles además que con Víctor fuimos compañeros durante toda la educación primaria en el Colegio San Antonio, aparte que también éramos compinches y camaradas de juegos en esa época linda de la niñez.
Finalmente nos encontramos en un restaurante del barrio Bellavista en Santiago y hablamos sin parar durante horas, donde quedé asombrado por la cantidad de información que guarda en su memoria, no sólo de nuestra época de estudiantes sino también de mi familia serenense.
Víctor es un tipo acogedor y muy inteligente. Con mucho camino recorrido en la vida, lo que lo hace ser una persona interesante de conocer.
Espero que podamos continuar esa amistad interrumpida hace 46 años atrás cuando dejamos nuestro Seminario Franciscano.

Con Víctor Rocher en "El mesón Nerudiano"

7 comentarios:

Jorge Acuña dijo...

Queridos ex seminaristas, me encontré con un amigo y compañero de mi generación, Se trata de Victor Rocher, así que ahora tendremos un nuevo integrante para las próximas reuniones de los "Seráficos Franciscanos"

miguel zuleta dijo...

QUÉ ALEGRÍA SABER DE VICTOR, LAMENTABLEMENTE NO PUEDO INTERPRETAR LO QUE DIJO.
ESPERAMOS CONTAR CON TU PRESENCIA EN UN PRÓXIMO ENCUENTRO.

SALUDOS
MIGUEL ZULETA

Jorge Acuña dijo...

Estimado Miguel, que bueno que apareces !!!
Resulta que anoche estuve con Víctor en Tunquén ( litoral central ), salimos a caminar y conversar. Luego nos guardamos para tomar unas cervezas y comer unas pizzas... al final se me ocurrió mostrarle a Víctor cono se publican los comentarios y yo mismo escribí letras al lote que debí borrar a la brevedad, pero me fuí en la volá...
Lo bueno es que trataste de traducirla !!!

Todavía no tenemos el honor de que Víctor escriba en este blog...

Un abrazo y saludos al Zunco del mate si es que lo divisas.

Victor Rocher dijo...

Algo más de cuatro meses han pasado desde que Internet nos diera cita en un restaurante del Barrio Bellavista de Santiago, tal como mi amigo de infancia Jorge Acuña Castillo, comentara en su blog de 28 de diciembre de 2011.
En estos meses he podido meditar sobre nuestro rencuentro y lo mucho que su amistad influyó en mi niñez y posteriormente en mi vida de adolescente, en esa aventura de intentar seguir el Gran Modelo que dejó el Nazareno, en la versión Franciscana. Sin duda fue un período que marcó el rumbo que tomaría mi vida.
Ese encuentro lo hemos vuelto a repetir, en otros lugares y espacios, a veces con nuestras familias, otras caminando de noche por el campo, en fin, en distintos escenarios, sin embargo, en cada oportunidad que nos encontramos es un volver a reinventar esa época con recuerdos y nombres que mi mente había guardado < quizás con exceso de celo > pero sin que por ello el tiempo lo borrase.
Como no recordar todo esa intensa etapa que nos vio pasar por la austera capilla, donde el amanecer nos recibía día a día llenos de devoción, para luego cruzar esos pasillos embaldosados de rojo colonial y entrar en la pasión que desatada en nuestros corazoncitos de niños ese futbol del atardecer.
Faltarán líneas de Blog para poder seguir haciendo recuerdos de los viajes a las misiones de Cuncumen, de los paseos al Faro Punta de Tortuga, al Cerro Grande y tantos otros que fueron moldeando nuestras personalidades. Del otro lado, afuera, el mundo cambiaba en forma irreversible con la muerte de Juan XXIII, el asesinato de Kennedy, la Cuba de Fidel y la Alianza para el Progreso, dando paso un mundo donde la competencia por alcanzar primero la luna, la guerra fría y luego la guerra de los mercados globalizados, llenos de tecnologías, lo que ha penetrado a las diferentes culturas de prácticamente toda la Tierra. Fue como haber ingresado por esas inmensas puertas del Seminario Seráfico un día bucólico y rural y volver a salir por esas mismas puertas a otro mundo, ajeno, extraño, vertiginoso, impredecible.
Sin embargo tengo plena conciencia que entre los pasillos de las baldosas de rojo colonial, las misas y los rosarios; los excelentes laboratorios de biología, de química de física; entre las salas de estudio, de lectura, biblioteca y de juegos; entre las canchas de futbol, de vóleibol y la piscina; pero principalmente de la exquisita dedicación de esos franciscanos belgas; se nos entregó una formación valórica, académica, deportiva y una disciplina que, por esa época, sólo la recibían los privilegiados que estudiaban en exclusivos colegios europeos.
Agradecido de la suerte que la vida me brindó, agradecido de todo esto, de esos abnegado sacerdotes franciscanos y profesores belgas, de mis compañeros y amigos, porque todos ellos forjaron en esa niñez un adolescente sano y más tarde a un hombre, un hombre que con sus virtudes y defectos, con sus aciertos y errores, pero por sobre todo a pesar de sus limitaciones, ha buscado permanentemente en su Norte, tratar de devolver a la sociedad, lo mucho que generosamente recibió del Seminario Seráfico.
Un saludo afectuoso para esos compañeros y amigos que espero pronto rencontrar.
Victor Rocher

Jorge Acuña dijo...

Grandes recuerdos devela con maestría nuestro querido Víctor Rocher. Esas mañanas cuando todavía queríamos seguir remoloneando y sentíamos como los pasos del padre prefecto se iban acercando inexorablemente. De pronto se encendían la luces y el cura hacía sonar fuertemente las palmas mientras con voz estentórea llamaba a levantarse diciendo ¡ Ave María purísima ! donde muy pocos lograban articular... siin..pecao...concebiiiaaa...

Victor Rocher dijo...

Estimados amigos:
A veces la mente guarda imágenes que uno no sabe ni por qué,ni para que, pero quedan allí como una cinta antigua, medio borrosa. Una de esas quedó en mi mente, Miguel Zuleta con sus largas piernas de adolescente corriendo desparramadamente tras de la pelota, sólo, feroz, contra mi arco. No recuerdo si llegó ha convertir el gol. Que lata por Miguel, pero el motivo por el cual no lo recuerdo es que más me llamó la atención “el cómo se las arreglaba para no hacerse una zancadilla así mismo”.
Capeletti, ¿Se acuerdan de Capeletti? Yo le tengo grabado. Un gigantón que se hacía pasar por niño. Que cuando corría persiguiendo la pelota no se abría paso, barría con todo hasta llegar a mi arco como esos tanques italianos de la segunda guerra mundial “sin marcha para retroceder” y con el vuelo que solía traer se metía en el con pelota y todo. Era cuando yo deseaba dejar de ser arquero.
Jorge Acuña Castillo. ¿De verdad le recuerdan? El chico tenía clase. La paraba de pecho y luego la pisaba, miraba el arco contrario y comenzaba su avance. Claro que eso duraba hasta que Capeletti se acercaba.
Entre otras imágenes que vienen a menudo a mi mente, es estar sentado a pleno sol de invierno, en el bucólico costado del arco norte de la cancha de los adultos, mirando como una avispa estaba afanada en construir su nido justo donde yo tenía mis pies. En la cancha el partido de futbol estaba a todo dar, pero me era imposible perderme el espectáculo que me regalaba la avispa. En esos menesteres estaba cuando a consecuencia de los gritos levanté la vista y vi venir a todo dar contra el arco a Rodomiro Osorio quien literalmente fusiló al podre arquero. No recuerdo quien cuidaba ese arco, pero si recuerdo que la pelota se incrustó en su pelvis y lo tiró de espaldas hacia atrás un par de metros, pero en ese jaleo, claro, la avispa desapareció.
En fin, no deseo aburrirles con cuentos de futbol y espero algún otro día contarles de Peñaloza, de Díaz, Pavón, y tantos otros.
A pesar de la distancia y el tiempo les recuerdo con un gran cariño
Un abrazo
Victor Rocher

Unknown dijo...

¿Estás hablando del Víctor Rocher que viviía en la calle Infante en La Serena??? Yo era interna en la Escuela Normal y lo conocí a través de mi muy querida amiga(QEPD) Nancy Arias Peña.Si es él, muchos saludos.
Vilma Ramos