lunes, 10 de septiembre de 2012

Una tarde en casa de Carlos Poblete

Carlos Poblete nos había mandado una invitación que decía:  "He pensado que si nuestros caminos se vuelven a cruzar, entonces tenemos que reunirnos, por lo cual los invitaré a mi casa para el próximo sábado 8 de septiembre y así nos vemos y ahí copuchamos y recordamos y nos auto-reimos de aquellas anécdotas guardadas en nuestras memorias personales."

Así, el día señalado con mi compañero Víctor Rocher nos coordinamos para llegar a la casa de Carlos Poblete y su distinguida esposa allá en la comuna de La Florida, pasaje El Notro sin pensar que seríamos los primeros en arribar para abrazar a Carlos y ver al maestro asador en plena faena.


El maestro y guía con su pupilo Víctor

Haciendo los primeros "salud" con un Late Harvest

A las buenas empanadas

 
Juan Barrios revisa el álbum de fotos de Leonardo

 Héctor Contreras y Carlos Rojas

 Ya esta listo !!!



 Carlos Poblete nos deleita con sus anécdotas

Fue muy interesante escuchar a "nuestros mayores" como nos contaban sus experiencias del seminario, las del noviciado en Perú y las de España en Olite, Navarra. La gracia con que nos relataba Carlos Poblete de sus historias como "Caminante", el caso de la meica y la orina, su paso por Madeco, de como salvó a un compañero de morir electrocutado, el noviciado y el cilicio, de los gatos cocinados en España... tantas historias por compartir que quisiera hacer todo lo que esté de mi parte para convencerlo que las escriba. Lo mismo respecto a Leonardo y Carlos Rojas con ese galardón de ser precursor de los viajes espaciales y el cohete que construyeron junto "Werner von" Delfín... y que decir de la famosa "Polaca"... y si a eso le agregamos el gran sentido de humor de Héctor Contreras para relatar sus experiencias...

 Y Héctor Contreras nos entretiene con su enorme simpatía

La foto oficial, de izquierda a derecha: Leonardo Picón, Víctor Rocher, 
Juan Barrios, Carlos Rojas, Héctor Contreras, Carlos Poblete, Jorge Acuña.

2 comentarios:

Víctor Rocher dijo...

Muchas gracias a todos por los lindos recuerdos y anécdotas con que tan graciosamente nos deleitaron esta tarde de sábado en casa de Carlos.

Si bien en mi caso, solo participé dos años de esta comunidad, me dejó marcado para toda la vida. Esto tiene una especial relevancia para mi, pues creí poder ver – incluso a los que no conocí en esa época- como el crisol había dejado las mismas huellas que yo arrastro.
Yo siempre digo que esa experiencia de seminarista marcó en mi un antes y un después: por tantas cosas y situaciones: por la disciplina de vida que gané; por el tremendo mundo que se abrió ante mi, curiosamente desde un internado donde casi no salíamos; por la calidad humana de los jóvenes que conformaban esa comunidad; por el nivel de los profesores; por el nivel de esa enseñanza personalizada; por la calidad humana de los sacerdotes; por la estructuras de aspiraciones que esa vida de reflexión me entregó; porque en esos dos años el mundo cambió para siempre, con acontecimientos históricos a nivel nacional y fundamentalmente a nivel mundial.
Esta grata y distendida reunión de verdad fue para mi encontrarse con raíces comunes. Descubrir que esos años de seminaristas moldeó individuos, que a pesar de nuestras naturales diferencias, tenemos una mirada común, sentí que tenemos raíces comunes. En todos y cada uno de los presentes, sentí como palpita el compromiso social que los Franciscanos supieron sembrar en nosotros, la solidaridad hacia los que más la necesitan, desde luego cada uno desde su cima y desde sus posibilidades.
Es increíble ver a estos hombres laicos hechos y derechos, con la mirada clara y segura, con la mirada del hombre probo que va seguro de su valer por la vida. Fue muy lindo ver como vuestras encantadoras esposas reflejan esa misma sensación. Por todo esto, derechamente a mi me quedaron preguntas por hacer a cada uno de los presentes. No preguntas de curiosidad mórbida, si no de esas en que uno sospecha la respuesta cargada de enseñanzas de vida.
Espero que la vida nos regale otros espacios y tiempo para poder escucharlas.

Juan Barrios dijo...

Hola amigos ex seminaristas,
Me sumo a las vibrantes palabras de Víctor para agradecer a Carlos y a toda la concurrencia, la hermosa tarde que hemos compartido y que ustedes me han regalado. Le comentaba a mi esposa que hacia muchos años que no disfrutaba de unos momentos tan agradables, tan familiares, tan emotivos.
La interacción con ustedes me hizo volver al pasado, al paso de la niñez a la adolescencia, ya que llegué al Seminario a los doce años, y así fue como rememoré mis dos fracturas, los libros que casi a escondidas me devoré (recuerden que debíamos leer mucha lectura religiosa y poca profana) Karl May, del Circo al Convento, Emilio Salgari y su hermosa colección del Tigre de la Malasia, Julio Verne y las aventuras de Michael Strogoff: El correo del Zar, Las minas del Rey Salomón, de la Tierra a la Luna y tantos otros, pero no puedo dejar de mencionar las melodías de Mozart, Beethoven, Debussy, Bach, Chopin, Haendel, Haydn, Berlioz y tantos autores que fueron el inicio de mi afición por la música selecta.
Fueron tantas las emociones que se me agolparon y todo por compartir unos instantes con ustedes y al mismo tiempo los profundos sentimientos de agradecimiento para todos aquellos titánicos hombres de café y albo cordón que encausaron mi mente y mis pasiones hacia el bien, el trabajo, el estudio, a conocer la vida y que nada se logra si no hay esfuerzo y tesón. Soy la suma biológica de mis padres pero además soy la suma intelectual de mis profesores y aquellos franciscanos tienen una enorme importancia en el inicio de mi adolescencia, puesto que al llegar a la adultez, sus enseñanzas me entregaron el bagaje cultural, la prestancia, el conocimiento y la destreza necesaria para desenvolverme exitosamente en la vida. Para todo ello, sinceramente, no tengo palabras para agradecerles y menos aun recompensarles.
Gracias amigo Carlos, gracias por la brillante idea de reunirnos en tu casa. Gracias a tu dignísima esposa que nos hizo un cálido lugar en tu morada.
Con afecto
Juan Barrios y esposa